28 ene 2013

LOS MECANISMOS DEL ESTRÉS.


El estrés es un mecanismo complejo.

El ser humano dispone de dos mecanismos:

 Mecanismo de supervivencia:

Sólo se tendría que activar cuando estamos ante una amenaza real. Las reacciones son de huída, me bloqueo o ataco.

 Mecanismo de adaptación:
Cuando se pone en funcionamiento percibe incertidumbre, cambio, pero no amenaza. Cuando se activa este mecanismo se producen unos cambios en el riego sanguíneo del cerebro que se traducen en:

·        Percibimos con mucha más claridad lo que está pasando.
·        Nuestra capacidad de tomar decisiones es mucho más acertada.
·        Activa nuestra capacidad de memorizar.
·        Activa un estado de ilusión por lo que podemos descubrir de nuevo.

El problema surge cuando confundimos estos mecanismos y ante situaciones donde se tendría que activar el mecanismo de adaptación, se activa el de supervivencia.
Existe un estrés negativo: el DISTRÉS, capaz de convertir nuestra vida en la antesala del infierno, de arruinar nuestros órganos internos y nuestra existencia entera, de quebrantar nuestro cuerpo y nuestra alma.
Cuando el ser humano a nivel mental se siente amenazado, activa de forma natural los mecanismos de supervivencia:

            - ATAQUE: se vuelve más agresivo y más irascible.
            - HUÍDA: En cuanto se mencionan ciertos temas siente que no forma
 parte y tiende a aislarse.   
            - BLOQUEO: activado el mecanismo de supervivencia se produce un cambio drástico en el riego sanguíneo del cerebro y deja de llegar la sangre a la zona pre-frontal del cerebro que es donde se ven las cosas con perspectiva y se gesta la toma de decisiones de largo alcance.

El cerebro toma esa sangre y se la lleva a otros centros donde se activa el mecanismo de supervivencia. Y la consecuencia es que la persona experimenta justo lo contrario de lo que en ese momento necesita.

Se considera que existe estrés cuando un estímulo somete al cuerpo a una carga que actuará en un deterioro del funcionamiento armónico del mismo, este estímulo puede ser de carácter físico, químico o de orden social o intelectual, lo que importa es la respuesta, ello nos hace considerar la necesidad de preparar al cuerpo ante los retos a que se enfrente y como dotarlo de un ramillete de nuevas y adecuadas respuestas evolutivamente estables. Un nuevo aprendizaje se hace hoy indispensable en general para aprender a gestionarlo.



DISTRÉS.


Podríamos definir el distrés como el estrés desagradable. Es un estrés que ocasiona un exceso de esfuerzo en relación con la carga. Va acompañado siempre de un desorden fisiológico, el corazón empieza a latir 5 veces más rápido de lo habitual, produce hiperactividad, acortamiento muscular, somatizaciones, en suma: envejecimiento prematuro, son los efectos secundarios del estrés negativo.

Pueden ser estresores: el trabajo, la familia, las enfermedades, el clima, el alcohol, el tabaco, las frustraciones, en suma centenares de estímulos internos o externos de carácter físico, químico o social. Incluso un exceso de estrés positivo puede ser causa de distrés, desde cuando gana el propio equipo a la suerte en los juegos de azar, en ambos casos se producen infartos por exceso de júbilo.

Podemos contemplar como en pocas ocasiones tenemos a nuestro alcance elegir las impresiones que inciden sobre nosotros, sin embargo es posible aprender a responder de una forma equilibrada, la relajación ayuda en este sentido de forma muy eficaz.

 
EUSTRÉS.

Es el estrés positivo, la relación con las impresiones del mundo externo y del interior no producen un desequilibrio orgánico, el cuerpo es capaz de enfrentarse a las situaciones e incluso obtiene sensaciones placenteras con ello.
El eustrés es asimismo un estado de conciencia, en el cual pensamiento, emoción y sensación parecen organizarse para proporcionar un efecto general de alegría, satisfacción y energía vital.


LOURDES MORALES
Co-Active Coach, CPCC.
Desarrollo Personal, Profesional y de Equipos.

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